Hoy se conmemora la firma del conocido como «Convenio relativo a humedales de importancia internacional» firmado en Ramsar (Irán) el 2 de febrero de 1971. Un recordatorio de la importancia de los humedales costeros e interiores como ecosistemas de gran valor por los procesos que en ellos se dan cita, claves para la conservación de la biodiversidad, el mantenimiento de redes tróficas o reciclado de nutrientes, por señalar los más destacables; además de desempeñar otras funciones hidrológicas como la recarga de acuíferos, o la mitigación de inundaciones en algunos casos.
De ahí que la propia Directiva Marco del Agua (DMA) establezca como objetivo la prevención de todo deterioro y la protección y mejora del estado de los ecosistemas acuáticos; así como el de los ecosistemas terrestres directamente dependientes de los ecosistemas acuáticos.
Sin embargo, durante siglos, se las relegó a la desconsideración desde la creencia que debían ser drenadas para allanar al avance de la agricultura o la expansión de pueblos y ciudades o para evitar riesgos de insalubridad. Afortunadamente, la percepción de su importancia ha variado drásticamente en las últimas décadas. Reflejo de ese cambio de percepción, hoy se conmemora la firma del conocido como «Convenio relativo a humedales de importancia internacional» firmado en Ramsar (Irán) el 2 de febrero de 1971.
Dicho convenio creó una lista de humedales con valores relevantes a nivel internacional. Euskadi cuenta con seis humedales a la Lista Ramsar. Urdaibai, Lagunasde Laguardia y Txingudi, Colas del embalse de Ullibarri-Ganboa, Salinas de Añana, Lago Arreo-Caicedo Yuso y Salburua.
No obstante, la comunidad autónoma cuenta zonas húmedas relativamente abundantes; tanto en la desembocadura de los principales ríos de la comunidad (del Barbadun, Nervión, Butroe, Oka, Lea, Artibai, Deba, Urola, Oria, Urumea, Oiartzun y Bidasoa) como las lagos, lagunas y balsas naturales propiciadas por la conjunción del clima, el tipo de suelos predominantes y una orografía que lo favorecen. Sin olvidar balsas artificiales como antiguas explotaciones mineras, balsas de regadío o los propios embalses.
La casuística de los humedales es variopinta, tanto por su origen, como por el grado de protección y ordenación de usos que se le aplica en función de las figuras de gestión del enclave en que se halle.
Las zonas húmedas costeras están sometidas a una importante presión de la actividad humanas por la presencia de núcleos urbanos cercanos, la artificialización y ocupación de sus perímetros, la construcción de puertos y las canalizaciones de defensa,… son presiones que a lo largo de los años han perjudicado su potencial ecológico; en algunos casos hasta el punto de desaparecer (como es el caso de las marismas que fueron lo que hoy es buena parte del ensanche Donostiarra o el Arenal bilbaíno).
Y lo mismo cabría decir de las zonas húmedas de los interiores (naturales y/o artificiales) también afectadas por la presión de actividades humanas como las agrarias.
URA cuenta con un programa de seguimiento de las masas de agua en las que se hace control tanto del estado ecológico de los humedales interiores como de las aguas de transición y costeras, que atestigua la persistencia de las afecciones antes descritas a los humedales de la CAPV. Y por tanto, es necesario seguir trabajando en prevenir nuevas afecciones y promover acciones de mejora ambiental participada por las instituciones concernidas.